El 16 de junio se celebra el día del ingeniero y la fecha rememora
el día en que se creó la carrera de ingeniería en nuestro país.
Enrique Pellegrini, un ingeniero francés, fue quien impulsó a José
María Gutiérrez, el entonces rector de la Universidad de Buenos Aires a
crear la carrera de ingeniería en 1855. Así, el 16 de junio de 1865 se
inicia el dictado de la carrera de ingeniería en el Departamento de
Ciencias Exactas de la UBA.
Para todos los hombres y mujeres de Ledesma hablar de ingeniero y de
desarrollo implica decir Ingeniero Herminio Arrieta. Queremos aprovechar
esta ocasión para rendir un homenaje a esa figura, homenaje que se
extiende a todos los ingenieros de Ledesma y la Argentina.
Herminio Arrieta nació el 8 de agosto de 1900. Cursó sus estudios en
la Universidad de Buenos Aires, donde se graduó de ingeniero civil en
1922. Al año siguiente, con 23 años, el Ing. Herminio Arrieta recorrió
los 1.600 kilómetros que separan a Buenos Aires de Jujuy y se incorporó a
Ledesma como Jefe de Fábrica. Corría el año de 1923: Marcelo T. de
Alvear era presidente y pocos años antes el censo nacional de 1914 había
encontrado menos de 8 millones de habitantes, una alta proporción de
ellos extranjeros. Herminio Arrieta llegó a ese Jujuy lejano en tiempo y
espacio con un diploma de ingeniero y con un sueño de desarrollo.
En 1927 Arrieta ya estaba de hecho dirigiendo la empresa, la que
presidió formalmente entre 1945 y 1970, año en el que falleció. El
Ingeniero Arrieta forjó una empresa en el confín de la Argentina.
Efectivamente, bajo su dirección, entre 1927 y 1970, Ledesma sextuplicó
su producción de azúcar, instaló y puso en funcionamiento una moderna
planta de celulosa y papel de bagazo y desarrolló una obra social que es
modelo de su género en todo el Noroeste argentino. Ingeniero y
empresario, también se hizo tiempo para dedicar a la cosa pública,
convirtiéndose en Diputado Nacional por Jujuy en 1934 y en Senador
Nacional por Jujuy en 1938.
En las industrias el lugar del ingeniero es un lugar realmente
especial. Hoy en día nuestras industrias son quizás más dependientes que
nunca de estos profesionales. En tiempos de productividad, eficiencia y
mejora continua, todo depende de ellos, de sus cálculos y de sus ideas.
El ingeniero Arrieta no sólo forjó una empresa y realizó cálculos,
sino que fue además un verdadero formador de hombres. Entre los tantos
que formó, el Ingeniero Arrieta fue fundamental en la experiencia
personal de quien lo sucedió en la presidencia de Ledesma desde 1970
hasta la fecha. El doctor
Carlos Pedro Blaquier,
igualmente imbuido de aquel sueño de progreso y de desarrollo, recuerda
una y otra vez las enseñanzas que le dejó el Ingeniero Arrieta. En
parte por ese aprendizaje, el Dr. Blaquier pudo continuar y acrecentar
la obra iniciada por Arrieta, convirtiendo a
Ledesma en la empresa moderna y pujante que es hoy.
La figura del ingeniero Herminio Arrieta se nos aparece así como la
personificación del progreso mismo; o, mejor aún, de lo que suele
llamarse hoy “desarrollo sustentable”. Se trata de generar crecimiento,
por cierto, pero también de que éste sea sostenido en el tiempo y social
y regionalmente equilibrado.
Herminio Arrieta imprimió su impronta en la formación de los ejecutivos de
Ledesma.
Pero no fue sólo un empresario de notables condiciones, sino un hombre
profundamente comprometido con el noroeste argentino. Su inquietud por
la salud llevó a Arrieta a construir y administrar un hospital de alta
complejidad. Otra de sus inquietudes fue la educación. Construyó
diversas escuelas primarias.
Fue un hombre inteligente, trabajador, austero y con visión profunda y
energía admirable, con fe en el trabajo y optimismo en el porvenir,
interpretando y potenciando la enorme riqueza que significa
Ledesma. En su homenaje, la Escuela Técnica de Libertador General San Martín, fundada por Ledesma en 1972 lleva su nombre.